En el dinámico panorama normativo colombiano, especialmente en lo concerniente a la prevención del lavado de activos y la financiación del terrorismo (LA/FT), el Sistema de Administración del Riesgo de Lavado de Activos y de la Financiación del Terrorismo (SARLAFT) emerge como un pilar fundamental. Sin embargo, una comprensión errónea común radica en la creencia de la existencia de un modelo único o preestablecido de SARLAFT.

Es crucial enfatizar que no existe un SARLAFT tipo. Lejos de ser un esquema rígido y uniforme, el SARLAFT se concibe como un marco regulatorio que exige a cada entidad obligada la creación, desarrollo y perfeccionamiento de un sistema propio y adaptado a sus particularidades. En consecuencia, el universo de SARLAFT en Colombia es tan diverso como el número de entidades sujetas a la supervisión de la Superintendencia Financiera.

Desde una perspectiva jurídica, el SARLAFT se erige como una norma de la autoridad reguladora, estableciendo un estándar mínimo de diligencia que debe ser internalizado y desarrollado por cada organización. Esta normativa, si bien recoge mejores prácticas a nivel general, adquiere una naturaleza obligatoria, marcando la pauta para la gestión del riesgo LA/FT.

No obstante, la verdadera esencia del SARLAFT se revela en su dimensión interna. Es en el seno de cada entidad donde este marco regulatorio abstracto se transforma en un sistema vivo y dinámico, dotado de recursos específicos, asignación presupuestal y responsables definidos. Este proceso de personalización es vital para que el SARLAFT se convierta en una herramienta eficaz y pertinente para la gestión de los riesgos inherentes a la actividad de cada organización.

La materialización del SARLAFT para los funcionarios se articula a través de políticas y procedimientos formalizados en un manual SARLAFT. Adicionalmente, se designa un área funcional, cuya denominación puede variar, pero comúnmente identificada como área SARLAFT, encargada de la implementación y supervisión del sistema. La concreción del SARLAFT puede incluso extenderse a la creación de un comité SARLAFT, el desarrollo de un aplicativo tecnológico SARLAFT, e incluso la implementación de un examen SARLAFT, evidenciando la transición de un concepto normativo a una realidad operativa dentro de la entidad.

En conclusión, comprender la naturaleza inherentemente individualizada del SARLAFT es fundamental para una implementación efectiva y un cumplimiento normativo robusto en Colombia. Cada entidad debe asumir la responsabilidad de construir un SARLAFT a su medida, transformando un estándar regulatorio en un sistema de gestión de riesgos dinámico y adaptado a su realidad operativa.